martes, 21 de noviembre de 2006

COMO TOMAR CHAMPAN GRATIS




por Martín Fernández


Buenos Aires es una ciudad de eventos y si uno tiene la suficiente información puede asegurarse un recorrido semanal prácticamente con canilla libre. Si bien los días fuertes son los miércoles y jueves (piensen que el viernes ya se van para el country y vuelven el lunes sin ganas de marcha) hay inauguraciones, muestras y exposiciones prácticamente todos los días. La vida cultural de la ciudad es una buena manera de hacerse de unas buenas copas de espumante absolutamente gratis y de paso echar un vistazo a las tendencias del arte.

El circuito está bien delimitado y conviene conocerlo de antemano, siempre puede surgir una oportunidad en el momento menos pensado. Para un reconocimiento rápido conviene hacer el tour del gallery night para saber cuales son los puntos importantes en Palermo Hollywood y entrenar con un circuito más informal antes de pasar a la calle Arenales, donde se requiere un poco mas de experiencia.
En la cumbre de los eventos está el Hotel Alvear que se reserva para un tomador de champán experimentado y de templado carácter.
Una vez que uno sabe donde está la movida, tiene que informarse de la fecha y lugar del evento. Generalmente las invitaciones se envían por mail y como no la hemos recibido tenemos que buscar la info en otro lado.
Para los planificadores, siempre es bueno comprar La Nación y ver que pasa en el mundo del arte. Para los que gustan del imprevisto, una recorrida a vuelo de pájaro por el lugar indicado es más que suficiente. La opción más tecno es buenosairesnopara.com.ar.
Una vez que nos hemos decidido a salir, es fundamental el vestuario. En este caso hay dos opciones. Presentarse con un traje gris, nunca con corbata (la idea no es parecer que salimos del trabajo) o vestirse con una onda “artista”. Esto es, estar un poco desprolijo, un poco despeinado pero con un toque bohemio adinerado que queda muy bien en estos lugares. Las manos absolutamente libres; quedan descartadas las mochilas, maletines, bolsitas de disco y cualquier otra cosa que nos impida estrecharle la mano a alguien mientras sostenemos la copa que fuimos a buscar.
Si no tenemos un auto acorde a las circunstancias y el taxi nos resulta una inversión cuantiosa, llegar caminando no representa un problema siempre y cuando no entremos todo transpirados quejándonos de que el 60 estaba hasta las manos.
Cuando estemos en la puerta (vamos a identificarla fácilmente porque entre el calor y la prohibición de fumar va a haber mucha gente con copas en la vereda) lo importante es entrar tranquilos con cara de habitué. A un par de metros de la puerta seguramente habrá un hombre rodeado de personas, que le sonríe a todo el mundo. Atención, ese es el RRPP o persona que maneja el mailing. Nobleza obliga, nos acercamos, lo saludamos y le agradecemos la invitación. En la mayoría de los eventos nadie controla la lista de invitados. Para la próxima vez, si nuestra templanza de carácter lo permite, le decimos con una gran naturalidad que hemos cambiando la dirección de mail y le entregamos nuestra tarjeta personal que resultará la puerta de entrada a futuros eventos.
Con el correr de las noches, ya más entrenados en beber lisa y llanamente de arriba, nos iremos sintiendo como en casa y, como los invitados son siempre los mismos, hasta podremos entrar saludando a algunos de los presentes como si estuviéramos del lado de los concurrentes oficiales. De todos modos, siempre habrá alguien en nuestra misma situación que se muere por decir “hola, como va” para no parecer tan extraño y con quien podemos cooperar mientras nos dirigimos al fondo del salón donde esta lo que fuimos a buscar.
Un dato para tener en cuenta! Si en la entrada hay una chica con un papel en la mano, la cosa se pone más difícil. Hay eventos que tienen la vulgar costumbre de chequear la lista. En ese caso, tratando de disimular la gota de sudor que nos corre por la sien, podemos tener el siguiente dialogó:
-Señor, su nombre por favor? Nos va a decir con una sonrisa grande como un piano.
- Valles Altos de Clave Inclan. ( o cualquier otro nombre que se nos ocurra en el momento)
La señorita va a revisar dos veces la lista y al no encontrarnos nos va preguntar tímida o desconfiadamente según el éxito que hayamos tenido en la preparación del vestuario y la actitud.
¿Tiene invitación?
Y aquí viene la prueba de fuego para saber si podemos convertirnos en tomadores de champán gratis. Respondemos “No, ¿puedo pasar?” con el mismo tono que usaríamos si nos preguntaran por el nombre de la partícula vital del plutonio.
Ella nos mirará literalmente de arriba abajo (encontrar un conocido en ese momento sería genial) y por miedo a meter la pata y dejar a afuera a alguien que debería entrar nos dirá “Adelante”. Y una vez adentro nos vamos directo a la barra para aliviar la tensión que acabamos de pasar.
Por último, si en la entrada hay una chica sentada en una barra con una computadora, lo mejor es dar media vuelta y buscar otro evento. En esos casos la entrada es mucho más difícil de sortear y podemos quedar pagando. Pero, con la experiencia ganada en los últimos días, podemos fácilmente superar el trance e irnos a tomar gratis a cualquier otra parte.

1 comentario:

Blog de Julia dijo...

bueno.........gracias por el dato...a tener super en cuenta!!!!!!!!!!! muy bueno el blog!!!!!!!! felicitaciones