martes, 21 de noviembre de 2006

UNA NUEVA VERSIÓN DE UN CLÁSICO

Hugo Álvarez y Laura Caime adaptaron El Jardín de los Cerezos de Chejov y la presentan los sábados a las 21 y los domingos a las 22 hs.

Por Natali Rinenberg

Una típica casa chorizo alberga el Espacio Teatral Corrientes Azul. Entrada, pasillo al fondo, muy lleno de humedad, luego una sala de “recepción”. Esta sería como una especie de patio interno de la casa, pero funciona como sala de aguante, para esperar antes de que comience “El Jardín de los Cerezos”. Las paredes de la sala están decoradas con fotografías de la obra de teatro en marcha, con notas de los actores publicadas en diferentes medios y pegadas con cinta skotch. La persona que atendió esa noche en la boletería también tuvo una pequeña participación en la obra (fue un transeúnte pobre que interrumpe en una de las escenas) y, como si eso fuera poco, también era Hugo Álvarez, nada menos que el propio director de la pieza teatral.

Así, como en casa, donde todos hacen todo, está planteado el escenario, que no es escenario sino una gran escenografía montada en el suelo. El público se ubica en gradas, quedando prácticamente dentro de la escena.

La obra escrita por el célebre Antón Chejov fue su última pieza y una de las más emblemáticas. Transcurre en Rusia, en el año 1904. Ljubov Andréievna –en la piel de la bella Jessica Schultz, a quien acostumbramos ver en televisión- vuelve de Francia, donde vivió después de la muerte de su pequeño hijo. En París vivió con su amante, a quien cuida tras caer enfermo. Luego del tiempo y el dinero invertido en el hombre, éste la abandona por otra mujer.

El Jardín de los Cerezos refleja el mundo de una clase aristocrática que se enceguece y no puede adaptarse a los cambios, a dejar su vida anterior por una nueva repleta de deudas. De esclavos que no quieren quedar en libertad, de estudiantes eternos que luchan por sus ideales sólo con palabras. Las cosas cambias pero ellos no lo notan o se niegan a aceptarlo. De no encontrarse una solución para las deudas que la familia tiene que afrontar, el cerezal, el famoso orgullo de la familia, será subastado.

La primera escena se abre con la presencia del mayordomo y una lámpara. Se anuncia la llegada de la dueña de casa, quien es esperada por sus sirvientes de manera efusiva. Este primer personaje llamado Firs e interpretado por Guillermo Sosa es el que más se destaca en la obra, que termina con una última imagen de él mismo. La escenografía, construida con un entrepiso que hace que el escenario sea doble y que representa los dos pisos de la casa de la familia, es recorrida en forma permanente por los actores. Esto le da agilidad y movimiento a la obra. Por otra parte, todo lo que se ve en escena tiene aspecto de viejo y mugriento, aunque los personajes intenten destacar la majestuosidad supuesta de la mansión.

En este Jardín de los Cerezos, nada es lo que parece o, simplemente, todo es lo que parece pero esta singular familia no quiere notarlo.

Para los amantes de los clásicos, El Jardín de los Cerezos es una obra con humor satírico, personajes ricos, una construcción de clima muy particular, con destacadas actuaciones del ya mencionado Sosa, de Virginia Campo como sirvienta y de un gran elenco. La Revolución Rusa nunca se nombra, pero se respira en el aire su llegada.