martes, 21 de noviembre de 2006

FUERA DE LA SOCIEDAD

Y una noche de viernes, Patti Smith dio su primer concierto en Argentina en el marco del Festival BUE. Fueron sesenta minutos gran intensidad y una epifanía de rock and roll. A continuación, una visión de quien estuvo allí para contarlo. Por Federico Fenrnández.


En términos de duración, fue el recital más caro de mi vida. Una brecha de noventa pesos será desgarrada de mi cuenta el próximo mes y todo por seseneta malditos minutos de rock and roll. "Lo bueno si breve, dos veces bueno", dicen algunos. Pero yo no me la creo; para reflexiones conformistas me quedo, en esta ocasión, con un muy entusiasta "más vale poco que nada".

Claro, alguno me dirá que también estaban los Elefant y los Beastie Boys y que sumado a Dios los Cría, la entrada valía por una tarde entera de música. Pero no me voy a engañar: Dios los Cría no le interesa a nadie, Elefant no existe y los Beastie Boys están en una esfera de las cosas que no aspiro a alcanzar en el corto plazo (aunque voy tras Paul's Botique para empezar a desandar el arduo camino). Para mí la primera noche del Festival BUE tenía un solo nombre, Patti, y un solo apellido, Smith

Sesenta minutos. Apenas diez canciones. Pero ¿Qué canciones no? "Gimmie Shelter", sin ir más lejos, saldando en parte la espinita que me había quedado con el concierto de los Rolling Stones (la tocaron el jueves, yo fui el martes). Fue una versión que, siendo severos como Sofovich en Bailando por un sueño, no hizo ni fu ni fa. Pero "Gimmie Shelter", con toda probabilidad la mejor canción de rock de la historia, es a prueba de balas y, si obviamos una comparación con la original, se acepta de buen gusto.

"Because The Night" nunca me pareció gran cosa. Si era por canciones de tono romantico, hubiera preferido algo menos tribunero como la sublime "Dancing Barefoot"; pero, lo admito, en vivo timbra más bien relevante. "Because the night belong to lovers", la frase suena universal e íntima a la vez. Y rockera, porque esta señora mayor sabe rockear como los dioses. Y si bien sus poses salvajes sobre el escenario podrán resultar aparatosas para algún observador implacable, difícilmente sean falsas. Patti sigue creyendo en sí misma y en su mensaje. Y en medio de un ritual iniciático como este es lisa herejía negarlo.

Más. ¿Temas tranquilos? "Beneath The Southern Cross", del tardío "Gone Again", fue la que ofició de obertura con poncho incluído (luego se iría descamisando como la turra envenenada que es). Cuando todo estaba oscuro, en medio de una elegía fúnebre de cuerdas, resonó por primera vez esa voz maldita en Buenos Aires, pero como si el tiempo no hubiera transcurrido. Y fue inolvidable en serio.

Siguió "Redondo Beach", homenajeando a "Horses" a 30 años de su gesta y un relajado tintineo caribeño que alegró la noche, apenas empezado el recital.

Sobre el final apareció una modesta balada cuyo título aún sigo buscando para homenajear a las víctimas de las "guerras innecesarias" (vaya redundancia). Y claro, poco antes una rendición espectacular de "Pissing On A River", único representante del excelente "Radio Ethiopia", donde Smith demostró estar en APABULLANTE forma vocal

Pogos terribles: el himno anarco "People Have The Power", de "Dream Of Life", apuntaló la única seccion panfletaria de la noche, con obvia referencia a Bush y un no del todo elaborado discurso anti-institución. La iglesia salió especialmente mal parada en la silbatina y la gente entendió el inglés perfectamente; solo le faltó tener una abreviada idea de quién es Fred "Sonic" Smith, cuya mención no generó más que un par de aclamaciones descolgadas. También "Free Money", lógicamente, apelando a lo que mejor sabe hacer esta tipa: poner primera tranqui para ir masticando tensión hasta el reviente más devastador. Como un orgasmo, pero enojado.

Y para el final optó por desatar el infierno con la carnicería total de "Rock And Roll Nigger" y la celebración orgiástica de "Gloria", sus dos canciones más emblemáticas. Ni hace falta recordar la locura que se armó ahí abajo, justo donde estaba yo. Cuando la gente a tu alrededor entiende y sabe de qué se trata todo esto, la sensación es muy poderosa. Chau.

¿Que podría haber tocado "Pumping My Heart", "Ask The Angels" o "Dancing Barefoot"? Seguro, y no habría estado mal. Pero había un organigrama que cumplir y no se podía más. Por lo menos fueron 60 minutos (el tiempo que tardé en escribir esta cosa, figúrese) auténticos y al palo que lograron que lo que vino después (Beastie Boys) se antojara una bizarra payasada de un circo de irrelevancia. Me quedo con lo poco, pero lo bueno. Me quedo ahí cantando cuando en medio de "Rock And Roll Nigger", sorteando la debacle de punk que estaban armando los músicos (incluido el omnipresente Lenny Kaye en guitarra), Patti Smith peló viola eléctrica de golpe y desatando una ovación apiló unos acordes distorsionados terribles, para luego arrancar, literalmente, todas las cuerdas del instrumento. Esa es la imagen que quedará grabada para siempre en mi psicosis.

Cuando una noche fría de viernes la Sacerdotiza del Punk, de alguna manera, volvió a barrer con lo sagrado, tal vez cantando los pecados de alguien. Los míos también.

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